La crisis y el cierre de locales en Antequera

Hace unos días uno de nuestros lectores nos dejó un comentario alertándonos sobre el cierre de Tapachara en la Alameda de Antequera y aprovechó para reflexionar sobre todos los locales que han cerrado en Antequera en los últimos meses: la Taberna Sotoancho, 20 de Cañas, Manolo Bar, Los Gallegos, La Parrilla Argentina Nahuel, La Plaza, nuestro añorado Sol y Sombra o el Pub Ghardem. Los motivos de cierre son variados, no siempre son achacables a la crisis y es algo que debe servir a todos para pensar sobre los motivos para no llenar.

Es verdad que la clientela en Antequera puede ser un poco especial: no hay mucha costumbre de salir de lunes a jueves o de tomar el aperitivo con los amigos o compañeros al salir del trabajo; pero también es verdad que la mentalidad de muchos hosteleros debe cambiar: los horarios y días de apertura, la profesionalización del servicio, la modernización de las cartas, la calidad del producto... No puede ser que los domingos por la noche te cueste encontrar un sitio abierto, que la mayoría de los bares tengan la misma carta (calamaritos, hamburguesitas, montaditos...) que algunos camareros parezca que te están haciendo un favor, que pidas un Rioja y te pongan el primer tinto que tengan a mano, que los camareros no te sepan describir los platos que sirven, que te empiecen a recoger una cafetería y a apagarlo todo mientras estás dentro, que pidas un GinTonic y te traigan el refresco en la botella para que te lo sirvas tú mismo, que no tengan la mitad de lo que anuncian en su carta, que los platos sean recalentados o que tengas que esperar a que el camarero vaya a comprar el pan... 

Reconocemos que el mundo de la hostelería es durísimo: largas jornadas, trabajar cuando otros descansan, aguantar las estridencias de algunos clientes... pero es el oficio que han elegido y se supone que lo hacen porque les gusta. No se puede culpar solo a la crisis, quizá hay que hacer autocrítica y reinventarse: ajustar precios, lanzar promociones, innovar un poco y sobretodo, no engañar al cliente. 

Nos consta que algunos de los locales que han cerrado lo han intentado todo y la verdad es que no alcanzamos a comprender por qué no han tenido éxito. Del mismo modo que seguimos sin comprender como otros, con servicio irregular y cocina más que mejorable, están siempre llenos. Y es que luego, por desgracia, hay un porcentaje que no depende del hostelero. La suerte, esa varita mágica que toca a unos locales y a otros no, es a veces fruto del azar o de la moda del momento.