¿Estamos preparados para ser Patrimonio Mundial?

El pasado viernes 15 de julio la ciudad desbordaba alegría. El Sitio Los Dólmenes, que abarca el impresionante Torcal de Antequera, la mágica Peña de los Enamorados y el singular Conjunto Dolménico de Menga, Viera y Romeral recibían la aprobación de la UNESCO para ser incluidos como Patrimonio de la Humanidad. No pudimos evitar emocionarnos viendo la retransmisión en internet pensando en que era el regalo por el trabajo bien hecho, en que por fin se le reconocía a Antequera la importancia que tenía y por todos los familiares que hoy no están con nosotros y que siempre han sido grandes defensores y admiradores del Patrimonio de esta ciudad. 

Pasada la euforia inicial y la alegría por tener a nuestra expedición sana y salva. (¡Ya es mala puntería que te toque un golpe de estado en Estambul!) comenzaron las dudas, ¿estamos preparados? Monumental y paisajísticamente, la respuesta es clara ¡SÍ! Antequera alberga el 80% del patrimonio de la provincia y es una pequeña joya que da para varios días: rutas por el Torcal o las Arquillas, iglesias, palacios, dólmenes, La Alcazaba... pero no todo son monumentos cuando viajas y en otros muchos aspectos creemos que la respuesta, tristemente, es ¡NO! No estamos preparados.

Como buenos viajeros y aficionados a la gastronomía que somos, sabemos que los monumentos no lo son todo. En nuestros muchos viajes, además de empaparnos de cultura, siempre buscamos buena gastronomía, conciertos, visitas a bodegas... Antequera podría ofrecer todo esto y mucho más, pero hay que trabajar para ello.

Desde aquí lanzamos algunas ideas para que los antequeranos y turistas disfruten de estar en esta bellísima ciudad:

  • Algo hay que hacer con la gestión de los dólmenes. No pueden ser visitados por más de mil personas algunos días sin que allí haya una infraestructura adecuada. Nosotros limitaríamos el número de visitas o al menos aumentaríamos considerablemente el personal que allí trabaja. ¡Con lo que esto ha costado, hay que mimarlos como a nuestros niños!
  • Se pueden preparar distintas rutas, igual que se hace durante el verano. Por ejemplo, el primer sábado / domingo del mes: palacios y casas; el segundo: iglesias... Hace poco estuvimos en Manchester, que sí es una ciudad grande, pero monumental, lo que se dice monumental, pues no y no os podéis imaginar la cantidad de rutas diferentes que ofrecía dependiendo del día del mes. 
  • El comercio debe abrir los sábados por la tarde. Indudablemente tienen derecho al descanso, pero son muchas las ciudades que aprovechan para cerrar los lunes por la mañana, por ejemplo. 
  • Aunque se ha mejorado algo, aún son muchos los establecimientos hosteleros que cierran los domingos. Esto, en una ciudad turística, es inconcebible. 
  • Hay que mejorar en el manejo de idiomas. No vale eso de "digo, que aprendan ellos". El boca a boca (tripadvisor) hace mucho y si se sienten bien tratados, será una publicidad muy positiva y eso repercutirá en la economía de la zona. 
  • Deberíamos aumentar la oferta cultural. Está muy bien ver iglesias y palacios, ¿pero qué haces cuando estos cierran? Disfrutar de un concierto, tomar unas tapas... El verano en nuestra ciudad es estupendo: blues, jazz, flamenco... pero el resto del año se hacen cosas de forma muy esporádica y no se publicitan bien. 
  • Elaborar folletos con los distintos restaurantes y una breve indicación de si es cocina tradicional, creativa... muchos de nuestros turistas se quedan en la Alameda y seamos sinceros, no es la mejor carta de presentación gastronómica. No es que les queramos quitar clientes, "Dios nos libre", sólo que queremos que quien nos visite se vaya conociendo nuestra gastronomía y nos recomiende. 
  • Puestos a soñar se podrían organizar visitas a almazaras o a bodegas en días concretos de la semana con un microbus que saliera desde Plaza Castilla o desde la Oficina de Turismo. Tenemos la fortuna de contar a pocos kilómetros con el laureado aceite de Finca La Torre y con fantásticas bodegas en Mollina: La Capuchina, Cortijo La Fuente o Tierras de Mollina.
  • Y por supuesto... ¡tostar bien los molletes! Que como nos vuelvan a tostar un mollete por dentro, nos va a dar algo.






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